De Parque Nacional El Ávila a Waraira Repano
La historia del Ávila es también la memoria de Caracas y por ende, una parte de todos los venezolanos…
Así comienza la historia del Parque Nacional El Ávila.
La historia del Parque Nacional El Ávila se remonta a la segunda década del siglo pasado. Caracas, la de los techos rojos comenzaba a crecer.
Una preocupación de las autoridades fue la de asegurar para la capital, las aguas de las quebradas que nacían en la vertiente sur del Ávila.
Se fueron comprando una por una, las distintas fincas y propiedades que se habían ido estableciendo en las faldas de la montaña, desde el Camino de los Españoles hasta la quebrada Caurimare en la salida del valle hacia el este.
En cuanto a los pobladores de Galipán y Hoyo de la Cumbre; como estaban en la vertiente norte; se les permitió permanecer en sus terrenos tradicionales pues se consideraba que aunque sus actividades agrícolas afectaran los caudales de los ríos que descendían hacia el litoral, no representaban un peligro para la vida de la capital.
El Ávila, nuevo lugar de esparcimiento para los caraqueños
Con los nuevos aires de modernidad y el crecimiento explosivo de la capital, surgió la idea de reservar todo el Ávila como lugar de desahogo y esparcimiento para toda la población capitalina, complementando las funciones que en ese sentido habían cumplido desde siempre, las playas del litoral central.
En ese contexto, en 1940 el Ministerio de Agricultura y Cría invitó a Venezuela al Dr. William Vogt; ecólogo de fama mundial; para que hiciera un estudio de las tierras nacionales y sus posibles usos así como señalar las pautas a seguir en ese sentido.
Los inicios del pulmón vegetal y la protección de sus bosques y ríos
Él sostenía que en el caso de las zonas montañosas, el mejor uso que se puede hacer de la tierra es dejarla cubierta de sus bosques para evitar que la lluvia provoque erosiones catastróficas, que terminen por destruir pueblos enteros, copar los reservorios de agua de la ciudades e inutilizar los caudales de los ríos navegables.
De igual manera, un grupo de científicos insistió en la necesidad de proteger el Avila en su totalidad e impedir a toda costa que la violenta expansión física y demográfica de la capital se tragara la montaña como sucedió en el bosque de los Mecedores,
Argumentaban que a causa de lo débil de las rocas del Ávila y lo empinado de sus laderas, desmontar la Montaña, terracearla para construir urbanizaciones o abrir carreteras, podía poner en peligro la sobrevivencia misma de Caracas.
En tal sentido, lo más apropiado sería transformar toda la serranía en parque nacional, además las investigaciones científicas de Henry Pittier, Alfredo Jahn, Eduardo Rohl y otros, hicieron comprender la importancia del Ávila como pulmón vegetal y como un museo al aire libre.
Fue así como durante el gobierno del Gral. Marcos Pérez Jiménez se tomó la decisión de dotar a Caracas de un parque nacional, como ya tenían: Maracay, el Parque Nacional de Aragua (hoy Henry Pittier) y Mérida, el Parque Nacional Sierra Nevada.
El teleférico y el Hotel Humboldt, turismo de altura
En el proceso de creación del Parque Nacional El Ávila, como primera medida se trabajó en la infraestructura, tendiendo un teleférico hasta la cumbre de la montaña y construyendo el Hotel Humboldt. Esto atraería un número cada vez mayor de turistas nacionales y extranjeros a disfrutar de las bellezas naturales de la montaña.
En realidad, el teleférico fue concebido no solo para subir a la cumbre del Ávila, sino como una vía alterna, eminentemente turística, para ir de Caracas al litoral.
Este constaba de dos tramos:
El primero de Maripérez a la cumbre del Ávila se inauguró el 19 de abril de 1954. El segundo, del Ávila a Macuto, el 29 de diciembre de 1956.
También se había sugerido hacer campos de golf y lagunas en San José de Galipán, para fomentar la pesca deportiva y la cría de truchas, sin embargo estos proyectos fueron desaconsejados por la Comisión de Urbanismo del Ministerio de Obras Públicas y no se llevaron a cabo.
Finalmente, por el decreto Nro. 473 del 12 de diciembre de 1958, la Junta de Gobierno, presidida por el Dr. Edgar Sanabria, declara parque Nacional a El Ávila con un área de 66.192 hectáreas (ha).
Como hacia el este, en la vertiente norte llegaba solo hasta el pueblo y al pico de Naiguatá. El entonces presidente Carlos Andrés Pérez con el decreto Nro. 115 del 26 de mayo de 1974, extendió la superficie del parque a un total de 85.192 ha, con la intención de proteger las aguas y favorecer a todas las poblaciones del litoral varguense hacia el este.
Waraira Repano
Por decreto Nro. 7.388 del 22 de abril de 2010 se oficializó el nombre del parque nacional como Waraira Repano, pretendiendo que así era como llamaban la serranía norte los indios Caracas y que eso significa “Waraira Repano”. Aunque de ninguna manera se llama “Sierra Grande”… Y así comienza la historia del Parque Nacional El Ávila.
Tomado del libro:
El Ávila. Un museo viviente (2013). Bruno Manara.Tipografía Chacao. Caracas Venezuela